Con su estilo lírico y a la vez despojado, su espléndido uso de los relatos de la tradición persa y la firme exposición de sus convicciones, especialmente sobre la condición de la mujer, Rahimi compone una magnífica coreografía.
En Maldito sea Dostoievski Atiq Rahimi se inspira en la trama de Crimen y castigo, pero la revisa, la corrige y la traslada a la realidad actual de Afganistán... Rasul, el protagonista, ha matado a una anciana para castigarla por el destino atroz al que ha condenado a su novia Sufia y para robarle y ayudar así a su familia y a la de ésta. Cometido el crimen, Rasul es devorado por el remordimiento y la culpa, pero también intuye que su acto tiene algo de ejemplar en el contexto de la guerra civil y el colapso de todos los valores de Afganistán, en un Kabul donde la brutalidad y la corrupción están más que generalizadas. Así pues, Rasul quiere entregarse a la policía, a la justicia, pero no lo consigue porque su caso no le interesa a nadie. Sin embargo, a fuerza de obstinación y, después, de pasividad, acabará por ser juzgado en unas condiciones casi rocambolescas, aunque muy reveladoras de la desintegración de la sociedad afgana y de la religión que la cimienta.