Una chica (porque sí, siempre hay una chica) luchaba con sus bolsas y con la puerta de un taxi. Y, no sé por qué, pero una extraña energía me arrastró a preguntarle si la podía ayudar. Cuando me dí cuenta estaba aferrado a todos sus paquetes mientras ella me decía ?gracias? con una sonrisa. Esa sonrisa? De repente me sentí tan masculino y confiado como un albañil eligiendo qué tipo de clavos comprar. Y luego? se esfumó ese instante y volví a estar como al principio.
Supongo que fue el taxista que tenía prisa, o que los dos éramos demasiado británicos para decir nada más? Pero un minuto más tarde estaba viendo alejarse el coche mientras todas mis esperanzas huían ruidosamente tras su tubo de escape. Luego miré hacia abajo y me di cuenta de que tenía algo en la mano: una caja amarilla que ponía ?Un solo uso?. Se había olvidado de su cámara desechable.
Danny Wallace nos deslumbra con su primera novela, una historia de amor descabellada llena humor inteligente, de ternura y con una escritura tan brillante que se ha comparado con Siempre el mismo día de David Nicholls.