Gerónimo comienza explicándonos los mitos de los apaches y sus costumbres, y nos relata después una vida marcada por el salvajismo de los soldados mejicanos que asesinaron a su madre, su esposa y sus tres hijos, por su venganza, por las luchas posteriores contra los norteamericanos y por el largo cautiverio en que acabó su vida, humillado pero no sometido. Cuando Manuel Sacristán decidió traducir al castellano este relato, y enriquecerlo con sus comentarios, que vienen a ser como otro libro dentro del libro, no lo hizo por el interés antropológico del relato, sino por replantear, en términos de lo que se nos presenta como un homenaje al padre Las Casas, las cuestiones que tienen que ver con el choque de culturas, el etnocidio y el genocidio en la conquista de América, enfrentándonos ”a la pregunta por la justicia”, contra “el amoralismo cientifista, forma hoy frecuente del progresismo”.