Si no fuera por el acantilado gigantesco cuya sombra oscurece gran parte de la ciudad, Niceville sería uno de los lugares más bellos del sur de Estados Unidos. Este acantilado forma un muro inmenso cubierto de musgo y enredaderas, tan ancho y tan alto que existen casas donde no llega la luz del sol hasta después del mediodía. En la cima se encuentra un bosque espeso de árboles longevos y allí, justo en el centro, está lo que todos llaman el sumidero del cráter, siempre lleno de agua helada, oscura y, según la gente mayor, sin fondo.
Sin embargo, a pesar de las sombras, la vida de Niceville es tranquila y apacible hasta que Rainey Teague, un niño de diez años, desaparece de la calle principal. Una cámara de seguridad capta el momento justo en el que se esfuma sin ninguna explicación. Pero esto es solo el comienzo.
«Los hombres malos mueren, pero la maldad no.»