Al preguntarse si la mente y la materia (el sujeto y el objeto, el yo y el mundo exterior, etcétera) son dos cosas muy distintas o, por el contrario, la misma y única cosa, así como qué lugar ocupa la conciencia en la evolución de la vida y qué papel desempeña en las cuestiones morales el estado de desarrollo de la mente humana, Schrödinger invade sin reparos terrenos tradicionalmente dominados por filósofos, teólogos, psicoanalistas y hasta políticos. Cuando el autor plantea, por ejemplo, la cuestión de si todavía puede esperarse algún desarrollo biológico en el hombre de hoy o qué relaciones existen entre la mente y las cuestiones morales, las respuestas inquietarán a algunos y escandalizarán a otros.