Un Estado es una herramienta, un conjunto de instituciones
destinadas a legislar, gobernar y atender a los intereses y
anhelos de sus ciudadanos. Como instrumento debe ser
representativo, eficiente y democrático, y por lo tanto
adaptativo e inequívocamente servidor de las opciones de
bienestar y de identidad de los ciudadanos. El problema de
España ha sido y es su Estado, que muchos catalanes ya no
sienten como propio.
En este argumento se apoya el historiador y político
Ferran Mascarell para presentar su propuesta: construir un
pacto cívico entre iguales y desde la libertad de cada uno y
generar un nuevo e ingente caudal de energía social positiva.
Nada, excepto la cerrazón política de las élites estatales, nos
impide desplegar un ejemplo de buena vecindad, prosperidad
y justicia social a españoles y catalanes. Rompamos con esa
mala concepción de la política y establezcamos una alianza de
fraternidad, cooperación y solidaridad en beneficio de todos.
Desdramaticemos. La propuesta catalana permitirá a
España refundarse, renovar, modernizar y democratizar su
propio relato político de futuro. Si una mayoría de catalanes
intenta imaginar e impulsar un Estado propio, moderno y
republicano, los españoles deben asimismo proyectar cómo
quieren que sea su Estado en los años por venir.
El proyecto de un Estado catalán no solo es bueno
para Cataluña, defiende Mascarell, lo es también
para España: dos Estados democráticos y eficientes
son incomparablemente mejor que el Estado
heroico, ineficiente y de baja calidad democrática
que hoy tenemos.