Vamos a contar hasta infinito. Empiezas por el uno y a partir de ahí es fácil. Eso sí, hay un problema: te va a llevar bastante tiempo, sobre todo hacia el final. Tu vida, finita, se agotará y no podrás seguir contando.
Porque, ¿acaba alguna vez el infinito? ¿Alguien ha llegado? ¿Cómo meterías un autobús de infinitos pasajeros en un hotel de habitaciones infinitas? ¿Y si los pasajeros fueran números pares? ¿Y si fueran números primos?
Por eso, precisamente, vale la pena pensar en el infinito: vale la pena soñar con todo lo que pasa más allá de nuestra corta existencia.