Desde que murió Teresa, su esposa, don Jenaro vive completamente solo. Bueno, no tan solo: cuenta con la ayuda de Vladimir, un robot muy servicial y, a veces, un poco impertinente. Una de las pocas alegrías que le quedan a don Jenaro es su nieto Max, a quien intenta transmitir su pasión por los relojes. Pero un incidente en la casa de la vecina alterará su rutina de una manera que nunca se habría imaginado.
No siempre podemos controlarlo todo. Y en esos momentos es cuando la vida nos sorprende.